jueves, 10 de julio de 2008

5- Leo Leyenda y la vecina


Leo había salido al jardín a regar las plantas, cuando encontró en el suelo una hoja. No una hoja vegetal, que sí había en el suelo, sino una hoja de papel, con algo escrito. No pudo contener su curiosidad y se puso a leerla. Era un poema, o una canción:

Triste milonga felina

Cerca, al lado de mi casa,
hay una verdulería
y solas, todo el día,
las vendedoras se pasan.
A veces, algo fracasa,
adoptaron un gatito
gris, peludo, chiquitito,
que era toda la alegría
y toda la compañía
de grandes y pequeñitos.

Era el gato muy querido
por todo el vecindario
y en cualquier día y horario
siempre era requerido.
Su vida daba sentido
a la vecina sin gato
cuando barría un rato
y el gato la acompañaba
cuando la escoba empuñaba
con ella estaba el gato.

Y también para los chicos
“su gato” era el minino,
con el pelaje muy fino,
acariciaban su hocico.
No era este un gato rico,
pero bien alimentado,
y por todos acariciado,
un día la calle cruzó
y aquel auto no lo vio
y el gato ya es pasado.

Leo reconoció que se trataba de una milonga, bueno, el título lo decía; pero también porque estaba escrito en décimas. Aparentemente, bien escrito. Él como experimentado lector, sabía cómo debían medir y rimar las décimas.

—¿Quién habrá escrito esta milonga? —se preguntó. Tenía la insana costumbre de pensar en voz alta. Pensó que era el texto de alguna de sus plantas escritoras, ya que estaba escrito a mano, pero — reflexionó— no podía ser, ya que sus plantas no salían a ningún lado, ¡cómo iban a escribir sobre un gato de la verdulería! Salvo que les hubiera llegado el chisme por su empleada, ¡qué sabían sus plantas de lo que pasaba fuera del jardín! Pero tampoco podía ser cierto, su empleada no conversaba con las plantas, ¿o sí?

—¡Vecino!, ¡don Leo, aquí, a su derecha! —dijo una voz de mujer.

—¿Quién me llama? —respondió Leyenda— mirando para abajo, porque creía que se trataba de algunas de sus plantas.

—Yo, su vecina, don Leo —le respondió la voz. Leyenda miró a su derecha, y hacia arriba. Sobre la pared medianera asomaba la cabeza de una mujer, con un pañuelo rosa enlazado en su cuello.

—Ah, disculpe, es usted —dijo Leyenda.

—Sí, recién se me voló una hoja, con una de mis milongas, ¿cayó en su jardín? —le preguntó la mujer.

—Sí, supongo que es ésta, que tengo en la mano —le dijo Leyenda, agitando la hoja.

—Sí, gracias, me alegro de que la haya encontrado. Con este viento se vuela todo. Estaba escribiendo mi milonga en el jardín, cuando me sorprendió el viento. Parece que va a venir tormenta.

—Puede ser, no me había fijado, ¡y yo que salía a regar las plantas! Mejor, no las regaré, si llueve… —dijo Leyenda mirando hacia arriba, y fue girando la cabeza hasta encontrar de nuevo a la vecina, con la vista—ah, perdone, ¿así que usted compone milongas?

—Sí, sí, compongo milongas, letra y música, y canto mis propias creaciones. Cuando quiera venga a verme a la milonga “Los guapos”.

—No sé, yo no salgo mucho, pero si quiere mándeme sus milongas, que las leeré con muchas ganas.

—Cómo no. Pero mis milongas son toda una unidad de letra y música, si sólo las lee se perderá la mitad; venga, se pone linda la milonga.

—Claro, además, tiene razón mi psicóloga, tengo que salir más, me dice que hay vida fuera de los libros —se dijo a sí mismo, en voz baja.

—Bueno, yo me voy adentro, no quiero que me encuentre la tormenta en el jardín ¡Hasta luego, don Leo!

—Hasta luego, vecina.

Ya habían comenzado a caer las primeras gotas de lluvia, cuando Leo entró, muy serio y reflexivo. Había empezado a pensar seriamente en las palabras de su psicóloga. Debía salir y contactarse con las gente, pero él no sabía manejarse muy bien con la gente, eran menos predecibles que en los libros. Por eso, para arreglar sus conocimientos del mundo se fue a leer el Mujeres. Manual de uso y mantenimiento de Edgardo Castillo, confiando en que le aportaría la sabiduría necesaria acerca de la vida.

2 comentarios:

lopezrdiego dijo...

me hacen muy bien leer estas simples historias de leo leyenda.
besitos amiga.

(ya aprendí a poner direcciones en mi blog)

lopezrdiego dijo...

me hacen muy bien leer estas simples historias de leo leyenda.
besitos amiga.

(ya aprendí a poner direcciones en mi blog)