sábado, 5 de julio de 2008

2- Leo Leyenda, su pasado


Leo Leyenda, nuestro famoso lector, vive solo. Una vez tuvo una pareja, pero ella lo abandonó, porque, como se sabe, toda mujer está descontenta con su vida y le echa la culpa de eso a su marido, y, además, porque un lector es odioso.

Su mujer lo consideraba odioso porque cuando ella quería conversar en el almuerzo, Leo llevaba el libro a la mesa y comía mecánicamente mientras sus ojos se movían velozmente siguiendo las líneas.

También cuando su mujer quería salir a pasear él argumentaba que estaba terminando un libro que no podía abandonar. Las conversaciones con los amigos de ambos siempre se referían a las lecturas; y en la cama el libro ocupaba el primer lugar. Por eso su mujer primero lo odió y después lo abandonó.

Ahora Leo, libre de una mujer que insistía en conversar del precio de las papas, de las nuevas publicidades —todas iguales— de lo que pasa cuando se encuentra una cerveza con un sediento, o un tractor con un campesino, y que miraba con desconfianza su “escasa” actividad; pudo dedicar casi todas las horas del día a la lectura. De este modo había conseguido su merecido trabajo de lector.

Leía cuentos, poesías, novelas de concursos literarios que necesitaban una primera selección; nuevos diarios que contradecían el titular con el copete, y ambos, con el cuerpo de la nota, que requerían lectores expertos para poder entender las intenciones del cronista y traducirlas. Estas actividades le eran bien remuneradas. Nunca se sentía solo con sus libros; y además tenía las plantas escritoras que lo acompañaban.

No, Leo nunca estaba solo, y los libros y las plantas le sonreían.

1 comentario:

lopezrdiego dijo...

quiero que continúe ya!!!!